CorSalud 2012 Oct-Dic;4(4):232-235



EDITORIAL

JAMES B. HERRICK Y SU INOLVIDABLE LEGADO


Dr. Arnaldo Rodríguez León1, Dr. Francisco L. Moreno-Martínez2 y MSc. Yurima Hernández de la Rosa3
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  1. Especialista de I y II Grados en Cardiología. Máster en Actividad Física en la Comunidad. Diplomado en Electrofisiología y Estimulación Cardíaca. Profesor Auxiliar. Hospital Universitario "Dr. Celestino Hernández Robau". Villa Clara, Cuba.

  2. Especialista de I y II Grados en Cardiología. Máster en Urgencias Médicas. Profesor Asistente. Unidad de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista. Cardiocentro "Ernesto Che Guevara". Villa Clara, Cuba.

  3. Máster en Estudios Lingüísticos−Editoriales Hispánicos. Jefa de Redacción. CorSalud. Profesora Asistente. Villa Clara, Cuba.


Correspondencia: A Rodríguez León. Hospital Universitario "Celestino Hernández Robau". Calle Cuba s/n, Santa Clara, CP 50200. Villa Clara, Cuba. Correos electrónicos: ardguez@capiro.vcl.sld.cu, ardguez67@yahoo.es



Palabras clave: Herrick, Trombosis, Enfermedad de la arteria coronaria
Key words: Herrick, Thrombosis, Coronary artery disease



La cardiopatía isquémica es la primera causa de muerte en los países desarrollados y en vías de desarrollo1. Su manifestación más grave, el infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST, se produce por la combinación de dos procesos patológicos bien establecidos, la aterosclerosis y la trombosis.
En este número de CorSalud aparecen varios artículos que tienen un punto común: la aterotrombosis. El infarto agudo de miocardio2, la angioplastia del tronco de la coronaria izquierda3, la muerte súbita cardíaca4, la trombosis intracoronaria5 y el tromboembolismo pulmonar6, son consecuencias de este fenómeno.
La aterotrombosis, enfermedad inflamatoria crónica sistémica, con manifestaciones subclínicas o clínicas locales, es la asociación de la aterosclerosis (principalmente placas ricas en lípidos) con la aparición de complicaciones trombóticas7.
Las placas con alto contenido lipídico y poca cubierta fibrosa son las conocidas como «vulnerables» o «inestables», debido a la posibilidad de fisura, erosión o rotura, que favorece la formación de un trombo que desencadena la oclusión del vaso con el consecuente accidente clínico agudo. Por estas razones se emplea el término aterotrombosis para definir el espectro de la enfermedad7.
Este término se empezó a utilizar en los años 70 y es hoy el preferido por muchos autores por reflejar mejor el estadio final de la cadena de acontecimientos que se sucede en la aterosclerosis8.
Hace exactamente 100 años, James B. Herrick (1861-1954), sorprende al mundo científico con su teoría trombótica como causa de la cardiopatía isquémica; sin embargo, una serie de hechos históricos de marcada transcendencia para la humanidad impidieron que sus postulados recibieran el apoyo y reconocimiento merecidos inicialmente9. Ese mismo año, en la noche del 14 al 15 de abril ocurre el fatídico hundimiento del Titanic, donde perecieron 1.512 personas y apenas dos años después, se desata la Primera Guerra Mundial, al mismo tiempo sus colegas no le dieron el debido crédito a sus postulados durante la reunión de la Asociación Médica Americana celebrada en 1912, ese día solamente fue emitida una opinión, la del Dr. Emmanuel Libman, causa de una gran desilusión para Herrick10,11.
Esta pobre aceptación en los medios científicos fue explicada por Paul Dudley White mediante tres argumentos; primero, una baja incidencia de cardiopatía isquémica en esa época; segundo, la ocasionalmente lenta aceptación de nuevas ideas por los clínicos y tercero, el hecho de que habían pocos escritores de ciencia por aquellos días. Según el propio Dr. White, hizo falta una década para comprender la veracidad de su teoría, comprobada por él mismo cuando atendió su primer infarto agudo de miocardio (IAM) en 1921, y era apenas un residente que llevaba seis meses en la especialidad de Cardiología, para entonces ya el Dr. Herrick había refinado este síndrome clínico10.
Cuesta entender por qué no se le prestó la debida atención a su genial artículo "Características clínicas de la obstrucción súbita de las arterias coronarias", pero si se tiene en cuenta el desarrollo de la ciencia en esa época podrá entenderse cuánto se adelantó este ilustre hombre a sus contemporáneos9. En la medicina no habían surgido los antibióticos ni los hipotensores; en la física, Albert Einstein aún no había enunciado su segunda y más famosa ley de la relatividad; en el arte, el cine sonoro era una quimera para los hermanos Lumiere; en la música, aún George Gershwin no había inmortalizado el jazz con su Rhapsody in blue y en el deporte, el mundo estaba consternado con el escándalo de las Medias Negras de Chicago; sin embargo, en esa misma ciudad renacía una nueva esperanza para el hombre, fruto del trabajo del Dr. Herrick.
¿Qué factores propiciaron a este doctor arribar a tan erudita conclusión?
Su legado es propiciado por la combinación de una serie de factores que favorecieron la formación de una personalidad médica formidable, capaz de concretar una idea basada en un razonamiento eminentemente clínico de total vigencia en la actualidad.
Su experiencia fue curtida en una larga y fructífera vida profesional, como clínico primero, y cardiólogo después, simultaneando sus labores asistenciales junto a la docencia médica, una dualidad que se convirtió en un ejemplo para las generaciones posteriores. Fue fiel a los principios del método clínico, y cultivó con especial cuidado la medicina a la cabecera del enfermo, pues atendía con especial dedicación a sus primeros pacientes con IAM durante su hospitalización o hasta en su propia casa, época en la que a veces se prefería no movilizar a los enfermos. Una actitud admirable y consecuente con lo que él llamaba su filosofía sobre el verdadero médico, aquel que poseía la doble personalidad del científico hacia la enfermedad y del humano hacia el sufrimiento del paciente12.
Tuvo además la certeza de ser de los pioneros en fomentar la utilización del electrocardiograma como medio diagnóstico para esta enfermedad, mientras que Sir Thomas Lewis se concentraba en los trastornos del ritmo cardíaco, particularmente la fibrilación auricular13. Por si fuera poco sus notables habilidades médicas asociadas al excelente dominio del griego y el latín, así como su reconocida curiosidad literaria lo convirtieron en un investigador superdotado. Luego de revisar más de 100 años de investigación en la cardiología pudo conformar la cronología de los sucesos más importantes de esta especialidad, y enriquecer como nadie en su tiempo, sus conocimientos en patología y fisiología cardiovascular.
Al mismo tiempo, su insaciable sed de conocimientos y su gran humildad le permitieron acercarse con éxito a excepcionales galenos y científicos de su época, al viajar en varias ocasiones a Europa para trabajar, primero en Praga con el renombrado patólogo Dr. Hans Chiari, quien era capaz de realizar cinco o seis autopsias diarias. Posteriormente viaja a Viena, donde intercambia con el brillante internista Dr. Edmund Neusser y finalmente a Alemania, donde estudia Química con el afamado químico orgánico Emil Fisher14.
No contento aún con lo aprendido y convencido de la importancia de la química y la biología para desentrañar los misterios de la ciencia, matricula a la edad de 43 años, sin abandonar sus quehaceres como médico internista, en la Universidad de Chicago y toma un año de curso en estas materias.
A pesar de que pocos comprendieron sus postulados él estaba tan convencido que continuó con su "trabajo de misionario", como acostumbraba a llamarle, y nada perturbó su rutina diaria como médico e investigador, ni su devoción literaria. Son notables en este último aspecto sus frecuentes disertaciones ante el Club Literario de Chicago, así como su admiración por la vida y obra del escritor y poeta inglés Geoffrey Chaucer, de quien se dice lo leyó absolutamente todo. Quedaron registrados nueve documentos de esta naturaleza luego de su muerte12-14.
Con el decursar de los años tuvo Herrick la fortuna de disfrutar el éxito de su teoría, sin haber sido totalmente demostrada, y conseguir el honor no buscado de rebatir el aforismo Hipocrático "cor aegrotari non potest", es decir, el corazón no puede lesionarse. Cuando alguien trataba de enaltecer su figura como investigador y científico en cada una de las innumerables ocasiones en que fue prestigiado, entonces se refugiaba modestamente en una de las frases de su escritor preferido: "La verdad, es lo mejor que el hombre puede mantener" 15.
Cuando se habla del nacimiento de la Cardiología como especialidad, es imposible pasar por alto el extraordinario aporte hecho por este eminente médico; sin embargo, sería justo reconocer cuanto sufrió en su transición de clínico a cardiólogo, la cual debió aceptar con nostalgia y profesionalidad, según Eugene Braunwald7. Es el momento de recordar que en 1910, apenas dos años antes de exponer su teoría, describe la primera enfermedad molecular de la historia de la medicina: la anemia de células falciformes, al atender a un joven estudiante de la raza negra procedente del Caribe16.
Si a veces es frecuente destacar a un científico por un descubrimiento, qué podría decirse de este doctor y de sus dos descubrimientos que lograron revolucionar casi simultáneamente la cardiología y la hematología. En su honor, la Sociedad Americana del Corazón instituye en 1968 el Premio James B. Herrick, el cual se entrega anualmente y constituye el más alto reconocimiento por parte del Consejo de Cardiología Clínica (Anexo). Este premio se otorga a aquel médico cuyos logros científicos han contribuido enormemente al desarrollo y práctica de la Cardiología Clínica. Al mismo tiempo, la Sociedad Americana de Hematología lo eligió como miembro en 19609,10,12-16.
En su currículo constan 163 artículos médicos y varios libros, entre los cuales destaca "Una historia breve de la Cardiología", publicado en 1942, donde nos revela su seriedad y compromiso ante la historia de la medicina, además de profundizar, como nunca antes, en su teoría trombótica de la cardiopatía isquémica. Es de destacar una crítica realizada a este por otro gigante de la Cardiología, Paul Dudley White, "La única omisión importante del libro, según yo veo, es la falta de reconocimiento de su importante contribución para la ciencia, sin dudas una muestra de su sincera modestia"11.
Es curioso el hecho de que el propio Dr. White quien revisaba continuamente los apuntes y artículos del cardiólogo de Chicago, poco antes de morir, manifestara con seguridad que el término "vasoespasmo coronario", tan popular en el lenguaje de clínicos y cardiólogos, debía pertenecer a Herrick y no a William Osler, como él creía al inicio de su carrera10. ¿Será que algún día pueda hablarse del epónimo vasoespasmo coronario de Herrick?
Sin dudas, la vida del Dr. Herrick es apenas, como él deseaba, una historia breve de la Cardiología, que nos alecciona y enternece 100 años después de haber planteado, fruto de una intensa búsqueda y genial deducción, la teoría que origina la enfermedad que más vidas humanas cobra.
¡Su legado es imposible de pasar por alto!

Agradecemos al Profesor Dr. Mauricio Rondón, del Servicio de Cardiología, Sección de Electrofisiología y Marcapasos, Hospital Universitario de Caracas, por aportarnos valiosos datos para preparar el presente manuscrito.



Anexo


Referencias bibliográficas

  1. Moreno−Martínez FL, Escobar Blanco A, Díaz López F, Alegret Rodríguez M, López-Bernal OJ, Aladro Miranda I, et al. Factores de riesgo coronario y riesgo cardiovascular en personas adultas de un área de salud de Rancho Veloz (Cuba). Clin Invest Arterioscl. 2008;20(4):151-61.

  2. Ocampo Ancheta NF, Palacio Cantero A, Negrín Valdés T, Amurrio Flores R, Rodríguez Acosta R, López Bernal OJ. Concordancia en el diagnóstico clínico y patológico del infarto agudo de miocardio. CorSalud [Internet]. 2012 [citado 4 Oct 2012];4(4):[aprox. 3 p.]. Disponible en: http://www.corsalud.sld.cu/pdf/2012/v4n4a12/es/concordancia.pdf

  3. Rodríguez Blanco S, Almeida Gómez J. Angioplastia percutánea con stent en el tronco principal de la arteria coronaria izquierda. CorSalud [Internet]. 2012 [citado 4 Oct 2012];4(4):[aprox. 3 p.]. Disponible en: http://www.corsalud.sld.cu/pdf/2012/v4n4a12/es/actptci.pdf

  4. Ochoa Montes LA, Miguélez Nodarse R, Vilches Izquierdo E, Pernas Sánchez Y. El desafío mundial de la muerte súbita cardíaca en el nuevo milenio. Resumen de un estudio cubano. CorSalud [Internet]. 2012 [citado 4 Oct 2012];4(4):[aprox. 3 p.]. Disponible en: http://www.corsalud.sld.cu/pdf/2012/v4n4a12/es/ms.pdf

  5. Aladro Miranda IF, Lázaro García R, Gómez Recio M, Moreno−Martínez FL, Nodarse Valdivia JR, Ibargollín Hernández RS, et al. Tomografía de coherencia óptica y angiografía coronaria como complemento en decisiones terapéuticas. CorSalud [Internet]. 2012 [citado 4 Oct 2012];4(4):[aprox. 3 p.]. Disponible en: http://www.corsalud.sld.cu/pdf/2012/v4n4a12/es/tco.pdf

  6. González Chinea R, Rodríguez Ventura B, Nápoles Lizano ME, López Bernal OJ, Santana Santana C. Diagnóstico de un tromboembolismo pulmonar agudo por AngioTC. CorSalud [Internet]. 2012 [citado 4 Oct 2012];4(4):[aprox. 3 p.]. Disponible en: http://www.corsalud.sld.cu/pdf/2012/v4n4a12/es/tep.pdf

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  8. Martínez−Sellés M. Aterotrombosis: la necesidad de la investigación cardiovascular translacional. Monocardio. 2005;VII(4):127-9.

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  12. Ross SR. A parlous state of storm and stress. The life and times of James B. Herrick. Circulation. 1983;67(5):955-9.

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